domingo, 10 de enero de 2016

La portada de mi libro

Últimamente no me siento bonita. No es que siempre me haya sentido una estrella fugaz con respecto a mi apariencia. Nunca he sido la persona más deslumbrante de un lugar. La más fea si, porque si tuve que atravesar la etapa en la que me maquillaba mal y me ponía demasiado delineador, y nada de eso funcionaba. Durante esa etapa no me arreglaba por las mañanas, me arruinaba  más y luego me decía "linda" para irme un poco más tranquila a clases.

Luego me bajaban de un globo muy cercano que había intentado inflar con mi poca seguridad, que no se elevaba del todo. Y lo decían, estaba fea. Resulta que no siempre más significa mejor, y entendí la razón por la que esas palabras no son sinónimos. Fue difícil, pero de alguna manera hacía el intento de sentirme hermosa. Pero no era suficiente. Aunque digan que la imagen no es importante, elegir la ropa y el maquillaje correctos si me ha facilitado la vida de alguna manera.

Pero el momento en que mi imagen había mejorado, decidí que quería ser invisible. Y ya no se pudo, me gustaba la atención que me daban por no ser tan fea, por estar bien vestida, por no estar tan maquillada. Soy un libro al que si juzgaron por la portada, pero ya no me interesaba si me leían o no.

Está claro que es un mundo, que son personas superficiales los que uno conoce. Es complicado saber como es la personalidad de una persona que no cumple con los estándares de la estética por el hecho de que a muchos no les interesa saber lo que piensa.

Últimamente me siento como esa chica de hace años, como si me estuviera volviendo a maquillar demasiado para que me noten, pero con la ropa incorrecta, mal combinada. No es que importe, es sólo que no me siento bonita.

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