miércoles, 18 de mayo de 2016

Exprimiendo el alma

Hay un punto en el día, en el mes (soy mujer así que tengo este punto cada mes, supongo), en la vida, puede ser el momento de otro momento; en el que la palabra "dolor" no es suficiente para describir ese punto al que se llega que ya no tiene nombre.

Y se sufre por nada, y se sufre por todo, y se piensa en cada cosa, cada error, cada perspectiva manifestada en la que sé  que tuve razón y aún así mi madre no lo reconoció y al preguntar por qué simplemente ganaba toda una batalla sólo por ser mi madre. Se piensa en todo, pero ya no se quiere pensar en nada. 

Intenté, y juro que así lo quise, salir de mi mente. Tratar de concentrarme en una sola cosa, un solo tema, una sola conversación, pero no. Entraban a mi mente nuevas ideas para atormentarme. Graciosa manera de decir que me gusta torturarme a mí  misma. Si alguien quisiera volverme loca sólo tiene que encerrarme en un cuarto, porque mi cabeza tiene la capacidad de hacer que yo colapse. 

Así pues, en este punto, soy una prenda de vestir recién salida de la lavadora, en una casa donde no alcanza para la secadora, y está prenda no alcanza en el alambre donde se cuelga la ropa, y entonces hay que exprimir. Llorarlo todo, retorcer el alma a ver si eso que ya no es dolor se va de poco en poquito. 

No pregunten si funcionó. Puede ser que cada persona tenga su método para lidiar con la sensación que tengo yo ahora. A los seis años que escucho la canción triste que usaba para llorar en los momentos que ya no eran dolor ni tenían nombre en ese entonces. Hablo como vieja, pero ahora veo que seis años es bastante, y al mirarme en el espejo, toda exprimida, sigo igual, no he cambiado, y quizá hasta las causas del sentimiento terrible son las mismas con diferentes nombres, lugares o situaciones. 

Entonces veo que es todo lo mismo cada día, cada mes, unas cuantas veces en la vida, por momentos que también originaron momentos. Ese punto que ya no tiene nombre y, en fin, hago la rutina de siempre para ver si logro desecharlo hoy también. Vida cíclica y bella, pero complicada y variable al mismo tiempo.