jueves, 12 de noviembre de 2015

Roles

Toda persona tiene un rol en la vida de los demás. Yo sé cual es el mío y lo tengo bastante claro, el pañuelo de lágrimas. La amiga que escucha los problemas y aconseja al resto. Si escribiera un libro con todos los consejos que he dado, estaría publicado como inteligencia emocional por la Psicóloga Mayorga, por supuesto.

Y pensar que sólo quería ser un rayo más de sol y ya. Pero no sé como serlo en la vida de los demás o no es mi rol. O simplemente no quiero, porque soy vaga y me da pereza aprender o cambiar mi rol.

Y al ser un pañuelo de lágrimas, una ve a bastante gente llorando más de la gente que observa reír. Pero no me detengo, pues las lágrimas siempre me llaman de alguna manera. Como toda persona medio feliz, medio triste, siempre en algún momento empiezo a buscar y perseguir la desgracia. Mi vida se va en eso y como todo pañuelo me voy gastando.

Y tu, sin embargo, has adoptado el rol del hielo conmigo, más bien en mi vida. Vas pasando por aquí congelando mis relojes, deteniendo mi tiempo. Ese hielo que quema en el invierno. Al que he besado y pues se me han quedado los labios algo pegados a ti. Ese hielo que me deja el alma un poquito más blanca y me va alargando la vida aunque muera cinco minutos después de haberte besado. Cada que me abrazas me siento más viva. Tu rol conmigo.

Y bueno, tu eres diferente para mi, por lo que mi rol contigo ha sido diferente también. Pero contigo aprendí a ser el rayo de sol que siempre quise ser. Y sí, para el mundo soy un pañuelo de lágrimas pequeño y caduco, pero para ti, soy ese rayo de sol pequeño y no temporal. O bien, eso quiero ser en tu vida.

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