lunes, 22 de diciembre de 2014

Así fue

Y le dije que sí, que sí? Le dije amor, le dije por siempre, le prometí un hoy en el futuro. Me respondió con un beso y así es como llegamos aquí. Lo importante es lo que sucedió antes, y de modo que no me permitió contarle mi versión yo he decidido hacerla pública.

Así es como yo la contaría si fuese cualquier chico. Lo vi, me gustó, me fui, no pensé en él hasta que lo volví a ver, me gustó. Me siguió gustando, desaparecí, lo volví a ver y de repente me quedé y sigo aquí. Sin embargo, así no es con él, simple, no es cualquier chico. Por ende, ahí les van los detalles.

Yo iba bailando como siempre por ahí, fluyendo, bebiendo, conversando y aprendiendo un poco, lo usual. Viendo a todo el mundo pasar y riendo de cada persona que me causaba gracia. Y ya no, apareció él y empecé a verlo y a reírme solo de lo que me parecía gracioso en él. Fue mi fin, sonreí e intenté conversar. Me hundí incluso un poco más. No me sentía observada por él, lo cual hizo que mis ojos se sintieran acosadores, aparté la vista.

Para el momento en que nos despedimos supe que sería la amiga del amigo y ahí quedaba todo. Mejor, quería concentrarme en mis estudios, pero maldita sea, no es lo único en la vida y yo lo tenía muy en cuenta, por lo cual me dejé caer en la "friendzone" si por alguna razón me consideraría su amiga. Nunca lo supe. Hasta hoy no lo sé.

No supimos nada del otro, y llegó el día en que coincidimos. Lo saludé indiferente, ya no me importaba para ese momento. Después de unas cuantas cervezas lo único que me suele importar es tener mas cerveza, y empecé a conversar. Solo las cosas que siempre digo, que estoy mal en la vida, que quiero beber más, que todos los que no están en la misma mesa que yo son idiotas (prejuicios de la borrachita) quien sabe, solo conversamos. Me fui de nuevo, pero me fui inquieta, no porque bebí más de la cuenta, sino porque bebí más de la cuenta y a él todavía lo veía atractivo, pero desaparecí. Punto.

Le dedicaba minutos de importancia antes de irme de nuevo a hacer lo que sea, pues nada era tan importante como para ser mencionado, la razón es que lo relevante en la historia solo es él. Pero yo tenía un plan, la próxima vez que lo viera, sería misteriosa, sugerente y muy fría. Estaba lista para mostrarle que yo también sabía jugar a no decir nada y a hacerme desear.

¿Qué pasó esta vez? Misteriosamente le dije que moría de hambre y fui tan sugerente al decirle que fuéramos a comer que hasta este momento creo que fue un milagro que aceptara. Ni siquiera pude ser fría, nos acompañaron mis amigos de confianza, reí durante toda la comida. Definitivamente era un desastre, aunque no me percaté de cómo había tomado él mi desastre. Le di mi número para no tener que escribirle yo y le dije (sugerentemente, sí claro) que seria genial salir a comer de nuevo.

Afortunadamente mi físico hace algo para llevarme al estereotipo de lo que se considera bonito o visualmente cómodo, ya que si de mi estrategia de juego se trataba, la estaba aplicando de una manera en la que ni siquiera el hombre mas feo en el mundo se hubiese fijado en mí.

En fin, a los dos días el mensaje llegó. No lo esperaba por el único pretexto que me puse a mí misma de que en ese teléfono me había convertido en un contacto olvidado, por lo que no habría mensaje, mas ahí estaba. La conversación iba bien hasta que lo dijo: "Eres tan adorable, quiero adoptarte como mi hermana pequeña". Si yo me había botado alguna vez en la conocida, densa y temida " friendzone", nada de eso tenía sentido o era siquiera lógico, pero estaba ahí, él me lo confirmó. Adiós chico lindo, soy solo una niña más, la adorable amiguita del chico que le gustaba. 

Como llevábamos unos días conversando, ya no me importaba el lugar que ocupaba en su mente, ya que él ya no ocupaba un lugar en mi memoria. Así es, hasta de su rostro me había olvidado, así que le dije que debíamos salir. Aceptó.

Lo volví a ver y comprendí que sería mas difícil de lo que imaginé, todavía me gustaba. Hice lo que no se hace nunca, le conté como rechazaba a los chicos que se me acercaban en los bares. Primer error.
Hablé de todo lo que hago en mi vida. Segundo error. Me puse a jugar en mi celular. Tercer error en una serie de errores y él seguía ahí. No era una cita, no era una salida de amigos. No era nada y lo era todo, pero lo era con él.

¿Qué somos? Me había preguntado después de una semana. No acostumbro a jugar con la pregunta, ni a dar respuestas coquetas. "Esto" contesté. Si de todos los errores que cometí en nuestra primera lo que fuere (cita) no entró en cólera, éste error definitivamente lo ameritaba. Pero no. Respondió que el momento llegaría y me pediría que fuere su novia. Está más loco que yo.

Me lo pidió y acepté sin dudar. De camino a casa no estaba feliz, no estaba emocionada, asustada es la palabra correcta. No quería que supiera cuanto lo había esperado, pero estaba asustada en cuánto lo tuve. Una relación.

Entre tantas subidas y bajadas de emociones puedo decir que estoy tranquila. Estamos juntos y me sigo riendo con él, con sus locuras. Ah, y sigo cometiendo errores. Dice que soy adorable pero ya no como su hermana pequeña, que horror. Sino como lo que soy, la persona a quien quiso a su lado desde algún punto en el que me vio y yo también le había gustado. Eso es lo que dice su versión...

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