miércoles, 9 de julio de 2014

El placer de escribir

Yo quería que alguien escribiera sobre mí, pero no tuve paciencia ni palabras para inspirar a alguien que ni siquiera podría conocerme bien. Me convertí en mi propia musa. No es nada que sea muy egocéntrico pero tampoco es irrelevante, simplemente yo me conozco mejor, me gusta escribirme y soy quien más me lee. Solo voy recogiendo mis sombras de las paredes que manchan para recopilar una historia, pero arrancarlas a veces duele y a veces no es posible llevarlas conmigo.

Claro que exponerse a uno mismo de esa manera es muy peligroso cuando sigues vivo, por eso no necesito solo de mí para inventarme historias sin sentido, también tengo personajes sin sentido. Tengo mujeres de esas que no se maquillan ni se peinan ni usan vestido jamás porque no se depilan, esas que solo se ven hermosas a sí mismas, tengo hombres sensibles quienes gustan de ser consolados al llorar, tengo adolescentes felices y niños sabios y tristes.

Cuando escribo lo hago escuchando música francesa, canciones en piano, rock sinfónico, mezclas extrañas. Lentas, tristes. Aunque tenga muy buen humor prefiero reír llorando y que lo que leo me haga llorar, que me haga sentir, me sensibiliza lo que hago. Busco transmitir mi sonrisa y mis lágrimas con palabras porque generalmente hablo para reír, escribo para llorar, leo para sentir y a esto se resume el deleite de mi vida, muy aparte de la comida, por supuesto.

Escribo de mis amores, mas ellos son solo espinas en el tallo de mi rosa. Me acerco a un amor y me alejo de mi, puedo reconocerme menos mientras mas amo a una persona hablando de una pareja. Aprendo de muchos de ellos, por ejemplo, a no ser como muchos de ellos, aunque sepa que me hacen daño, le soy fiel al masoquismo sentimental, porque si no como he de sacar sangre si no me punzan las espinas y así tener tinta para un nuevo poema. Es muy simple, algún día me reconoceré en los ojos de alguien.

Creo que lo importante es escribir así mencione que lo hago...

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